martes, octubre 28, 2008

Observando

Cuando era pequeña, pensaba que un caramelo era la única razón por la que merecía la pena vivir. Si conseguía uno lo miraba durante días sin atreverme a sacarlo del envoltorio. Si pones un chupetín al trasluz puedes ver el arco iris. Si te la comes no.

Ahora ya no me van los caramelos, pero no puedo evitar tener ese mismo sentimiento hacia las personas. Me embobo mirándolas a trasluz para ver su arco iris, sin atreverme a sacarlas del envoltorio. La diferencia con los caramelos es que si te comes a una persona, sales en los periódicos.

Aunque si lo que consigues es saborear su alma, se te queda cara de idiota sonriente el resto de tu vida. Yo la tengo...

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