A veces nos cosemos la boca con agujas de ojo invisible y con hilos transparentes, así nos seguramos de no abrirla cuando no debemos; duele, pero mucho menos que las muecas rotas de los que queremos.
Y las palabras se convierten en silencios. En instantes de efímera calma. En pellizos que vuelven más tonta y más necia al alma; en inyecciones que anestesian los sentidos.
El amor, a veces, amordaza, secuestra y no pide rescate.
Y las palabras se convierten en silencios. En instantes de efímera calma. En pellizos que vuelven más tonta y más necia al alma; en inyecciones que anestesian los sentidos.
El amor, a veces, amordaza, secuestra y no pide rescate.
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