viernes, enero 30, 2009

He

Por unos días he jugado a ser niña, a ser feliz. A no pensar en el mañana, ni en qué toca hacer en unas horas; he jugado a hacer esas cosas que salen sin pensar; y a no pensar en las cosas.

Y me he creido una niña. Por lo menos unos días.

He hecho barcos en la arena y los he ensartado en cañas secas que portaban banderas invisibles, mostrando a Dios y al cielo dos insolentes tibias y una calavera; me he lanzado a la conquista de los siete mares sin provisiones ni munición, pero con una tripulación dispuesta, de corazón bravío, que hubiera vendido su alma por un polo de fresa.

He hecho agujeros en la orilla del mar para enterrarme los pies hasta la rodilla. Me he subido al carro de la osa mayor y he buscado la estrella polar; por si encontraba mi norte de una vez, aunque fuera por casualidad. Me he tumbado, entregado a las caricias de las olas, esperando una lluvia de estrellas que siempre me encontró dormida.

He leido historias para perder el tiempo mientras, sin darme cuenta, ganaba vida. He hablado de cosas importantes con gente desconocida y he discutido vanalidades con amigos del alma. He puesto en hora un reloj de sol.

He contado cangrejos en las rocas y he intentado pescar, sin éxito, peces de colores que se reian de mí. He participado en un desfile de medusas y no me han picado. Me he puesto un bañador para desayunar y no me lo he quitado hasta después de cenar. He olido cabellos mojados y saboreado besos frios. He arropado con toallas y frotando en la espalda para dar calor.

He jugado a ser niña y, por unos días, creo que lo he sido.

1 comentario: